Ya hay más de 6.500 millones de personas en este planeta, y esa cantidad tan desorbitada de una sola especie, que además despilfarra tan rápidamente los recursos de la Tierra, ha provocado un gran desequilibrio en la ecosfera (ecosistema formado por todos los ecosistemas del planeta).
Pero esta población sigue creciendo todavía más, aun habiendo millones de personas que ni siquiera disponen de los recursos más básicos como la comida o la vivienda. Y existiendo otros pocos que derrochan recursos que podrían ser aprovechados por otros.
Deberíamos actuar como es debido, y lo que es más importante, deberíamos actuar todos sin excepción. No como ocurrió con el Protocolo de Kioto, en el que Estados Unidos no ratificó dicho protocolo para no perder dinero, un dinero que solo les beneficia a ellos. No obstante, por las buenas o por las malas, acabaremos pagando nuestra osadía ante la naturaleza, de una forma o de otra.
En el caso de los Estados Unidos, perderán lo que a ellos hasta este momento más les ha interesado, potenciar y desarrollar su sistema económico. Puesto que, todo ese sistema está sustentado por el sistema natural que les proporciona el planeta y los seres vivos que habitan en ella. ¿Qué harán cuando ya no haya suficientes combustibles fósiles, minerales o animales que explotar? Se irán a la ruina.
Lo más triste de todo este “mito” del cambio climático es que, lo que verdaderamente nos preocupa son las pérdidas económicas y no las pérdidas ecológicas. Nos hemos desligado tanto de nuestra naturaleza animal, y sobre todo de la naturaleza en sí, que no nos parecen tan importantes las pérdidas ecológicas, cuando en realidad esas pérdidas afectan a todos los seres vivos y animales. Y aunque nos cueste reconocerlo, los seres humanos somos animales.
¿Perder un par de ecosistemas o unas cuantas especies de plantas como va afectar a nuestra sociedad? Es lo que se preguntará más de uno, pero es que nuestro núcleo social y urbano denominado sociedad es solo una ficción del ser humano para protegernos de la naturaleza ante nuestra incapacidad de adaptarnos y convivir con ella. “El ser humano es un ser social por naturaleza”, decía Aristóteles. Y es verdad, pero llevar esa naturaleza social al extremo sin tener presente nuestra naturaleza animal, es un gran error. Por eso creo que deberíamos adaptar la cita de Aristóteles y decir: “El ser humano es un animal social por naturaleza”.
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