Un habitante de Jerusalén, famoso por su vida llena de excesos, trabajaba como recaudador de impuestos. Además de ser un hombre dedicado al pecado, carecía de empatía hacia los pagaban los impuestos, con lo que se ganó el odio de toda Jerusalén.
En uno de sus frecuentes encuentros con las rameras de los barrios bajos de Jerusalén, muere por una extraña enfermedad producida por las incesantes relaciones sexuales con todo tipo de fulanas de la ciudad.
El pecador bajó al infierno por su pecaminosa vida. Allí, hizo un trato con Satanás, en el que consistía que su alma inmortal se reencarnaría en las sandalias que el siempre llevaba en su vida mortal.
Ahora, aquel que calce las sandalias marcadas por el diablo, no podrá resistir las ganas de vivir una vida de pecado, con lo que se ganará el odio de sus semejantes y un sitio en el inframundo.
JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAAJJAJAJAJAJAA Las sandalias del pecador dice jajajajajajjajajajajajajajajajajajjaja que pedazo de crítica, cabrón ajajajajjajajajajajjajajaa estás fatal ahora mismo y necesitas ayuda pero he de reconocer que esto me hizo gracia, creo que hay algo de Hombrebarba todavía ahí dentro, en lo más profundo de ti.
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